Los recientes acontecimientos a nivel internacional posicionan a tres naciones por sobre el resto de los países del mundo, ellos son EE.UU., Rusia y China.
El presidente norteamericano D. Trump ha fracasado en su intento de erigirse en el árbitro de todo evento fuera de sus fronteras que afecte los intereses de su país. El dignatario ruso Vladimir Putin que aposto inicialmente a un dialogo directo con su par estadounidenses para desalentar el avance de la OTAN hacia los límites geográficos del país eslavo y reducir los costos materiales y de vidas humanas en el conflicto armado con Ucrania parece haber abandonado tal cometido y traslado sus objetivos a que la incorporación territorial de una porción de suelo ucraniano se materialice de forma incondicional, la victoria militar, posiciona a las fuerzas armadas rusas como el ejército que con la incorporación de tecnología informática reescribió el diseño y usos del armamento y tácticas militares. El tercer integrante de esta trilogía, el presidente Xi Jinping de la República Popular de China, lleva sobre sus hombros la responsabilidad de enfrentar y desarticular cada una de las medidas económicas e institucionales diseñadas desde la oficina oval de Washington para socavar no solo el desempeño económico, sino también el orgullo nacional de los chinos.
Los datos estadísticos del Banco Mundial exponen que el PIB nominal de EE.UU. en 2024 fue de 29,18 billones de dólares, China registro un valor de 18,74 billones y la Federación de Rusia contabilizo 2,17 billones. Los tres países de forma conjunta representan el 45% del PIB nominal mundial que fue de 111.33 billones de dólares.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) informa que en 2024 las exportaciones de mercancías de EE.UU. fueron por un importe de USD 2.065.180 millones, el registro de Rusia fue de USD 417.1740 millones y China USD 3.576.765 millones, el país asiático ocupa el primer puesto en el ranking de la OMC porque su volumen de ventas es el 14,6% del total general (USD 24.430.772 millones de dólares)
La diferencia entre exportaciones e importaciones que define el saldo de la balanza comercial de bienes y servicios, determino que EE.UU. en 2024 registro un resultado negativo (déficit) de 907,05 mil millones, el saldo de la nación asiática fue de 533,71 mil millones positivos (superávit) y Rusia registro un monto positivo de 94,02 mil millones.
Estados Unidos y sus aliados europeos intentan mantener el esquema que les dio supremacía a nivel mundial, pero el presente escenario es demasiado complejo en varios frentes. Los conflictos bélicos en medio oriente con una participación activa de Israel y la guerra ucraniana-rusa, incrementa la incertidumbre porque el armamento suministrado por OTAN/EE.UU. no ha demostrado una superioridad que permita augurar el dominio militar. En el plano económico los BRICS, iniciada la etapa de incorporación de nuevos integrantes (miembros plenos y socios) dio paso a la búsqueda de alternativas económicas y financieras que implica un paulatino cambio o eliminación de condicionalidades impuestas por occidente a nivel global.
El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), institución financiera multilateral creada por los países BRICS es el instrumento diseñado como contraparte a instituciones del calibre del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. El catedrático Gao Bai, profesor de sociología en la Universidad de Duke ha comentado que “La agrupación BRICS parece destinada a convertirse en una importante plataforma política y económica internacional que represente los intereses del Sur Global. Este acontecimiento remodelará profundamente el futuro orden internacional”.
La influencia hegemónica de EE.UU. con el acompañamiento de las elites europeas, logro imponer un modelo económico y comercial a nivel mundial que en la actualidad está en discusión no solo entre los académicos sino en los centros de poder que diseñaron y ejecutaron las políticas liberales bajo un paraguas que proclama la defensa de los preceptos básicos de la democracia. Los acontecimientos de los últimos tiempos y el accionar de un número reducido pero destacadas economías emergentes del sur global exhiben que la multipolaridad ha llegado y regirá la dinámica política internacional en los próximos años o décadas, ningún rincón del mundo quedará al margen del cambio.
Entre los BRICS, tres países: China, Rusia e Irán tienen claro que más allá de los desafíos que deben enfrentar en áreas específicas como la economía, el comercio, las relaciones políticas e institucionales internacionales y la propiedad de recursos tecnológicos, la mayor batalla a librar es el sentimiento de pertenencia cultural de algunas de sus poblaciones que han incorporado al “occidentalismo” como formato de vida independientemente de cohabitar una economía alejada del difundido y marketinero “sueño americano”
En la última cumbre anual de los BRICS (Río de Janeiro, días 6 y 7 de julio de 2025) el presidente del país anfitrión Luiz Inácio Lula da Silva, comunico, que asistirá a la próxima cumbre de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en Malasia. La decisión es una respuesta geoestratégica, no solo a las jerarquías internacionales sino también a un segmento de funcionarios de la administración nacional y más específicamente a los empresarios brasileños que miran con recelo al sudeste asiático y preferirían mantener e incluso incrementar sus vínculos con norteamericanos y europeos por su marcada inclinación a la occidentalización de sus negocios.
El futuro del mundo se definirá a partir de dos posiciones, una que representa al sur global (BRICS) y su contracara, el Grupo de los Siete (Francia, Canadá, Alemania, Italia, Estados Unidos, Japón y Australia), países del norte global. Evidentemente los valores democráticos que oportunamente otorgaron preeminencia a las posturas de occidente, en la actualidad son cuestionados y han dado origen a las iniciativas de la multipolaridad, pero si las principales potencias no colaboran y la situación generada no deriva en multilateralismo, el resultado es fragmentación y guerra.