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La inflación brasileña cerró 2022 con una fuerte desaceleración desde los máximos de dos dígitos registrados durante el año, gracias a las medidas de Gobierno y a un agresivo ajuste monetario, pero volvió a incumplir el objetivo oficial fijado por el Gobierno.

El índice de referencia de precios al consumo IPCA subió un 5,79% el año pasado, dijo el martes la agencia de estadísticas IBGE, por encima de la media del 5,60% prevista en un sondeo de Reuters entre economistas.

El resultado no alcanzó ni el objetivo anual del banco central del 3,5% ni el 5% superior de su banda de tolerancia, lo que supone el segundo año consecutivo de incumplimiento. Por ley, el gobernador del banco central, Roberto Campos Neto, tendrá que publicar una carta justificando los motivos.

El índice subió un 0,62% en diciembre, según el IBGE, por encima del 0,45% previsto en un sondeo de Reuters, impulsado sobre todo por la subida de los precios de los artículos de salud y cuidado personal.

La mayor economía latinoamericana llegó a registrar una inflación interanual del 12,13 % en abril, la mayor para un período de doce meses en los últimos doce años, y ese índice fue cayendo gradualmente hasta 6,47 % en octubre, 5,90% en noviembre y 5,79% en diciembre.

Esa desaceleración se produjo luego de que el Gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro eliminara los impuestos sobre los combustibles, principales responsables por el salto de la inflación al comienzo de año.

La fuerte caída de los precios de la gasolina y del diésel permitieron que Brasil registrara por primera vez en su historia tres meses seguidos de deflación: -0,68 % en julio, -0,36 % en agosto y -0,29 % en septiembre.

La inflación en Brasil está en línea con lo esperado por los analistas.

El nuevo presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, llegó a anunciar la suspensión de ese subsidio para los combustibles este mes, cuando asumió la Presidencia, pero finalmente optó por mantenerlo para evitar un aumento de la inflación en sus primeros meses de Gobierno.

Pese a que fue muy inferior al 10,06 % de inflación medido en 2021, la tasa de 2022 se ubicó por encima de la de 2020 (4,52 %) y de la de 2019 (4,31 %) y fue la segunda mayor desde 2016 (6,29 %). El índice de 2022, sin embargo, superó por cuarto año consecutivo el techo de la meta que se había impuesto el Banco Central.

El Emisor se había fijado para 2022 una meta de inflación del 3,5 %, con un margen de tolerancia de 1,5 puntos porcentuales, lo que permitía al índice variar entre un mínimo del 2,0% y un máximo del 5,0%.

Los economistas del mercado prevén que la inflación se mantendrá estable en 2023, para cuando esperan una tasa del 5,31 %, y que bajará al 3,7 % en 2024 y al 3,3% en 2025.

Fuente: Ámbito

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