
Funcionarios y directivos de empresas de Brasil coincidieron en la oportunidad de concretar luego de décadas una integración gasífera con la Argentina, señalando el potencial de Vaca Muerta para asegurar el suministro a largo plazo y cubrir la creciente demanda del país vecino.
Aunque reconocieron los desafíos técnicos y regulatorios, destacaron que el mercado brasileño podría justificar las inversiones necesarias en infraestructura. La postura de los actores brasileños en las negociaciones bilaterales se presentó en el evento regional “Los Desafíos de la Integración Gasífera en el Cono Sur”, coordinados en simultáneo entre el Instituto Argentino del Petróleo y Gas (IAPG), que organizó la Exposición Argentina Oil & Gas 2025, y el Río Pipeline, evento del Instituto Brasileño de Petróleo, Gas y Biocombustibles (IBP).
En ese ámbito, el director del Departamento de Gas Natural del Ministerio de Minas y Energía de Brasil, Marcello Gomes Weydt, fue contundente al hablar de los recursos argentinos: “Se trata de una reserva gigantesca en la que, con una visión estratégica conjunta de todos los países, tenemos la oportunidad de monetizar estos recursos”.
El funcionario detalló que por parte de la demanda en Brasil “el potencial es enorme incluso si se considera solo el corto plazo y su capacidad de crecimiento. El sector industrial actualmente cuenta con una importante ociosidad del 35% de su capacidad instalada, debido principalmente al precio del gas natural. Por otro lado, tenemos una demanda acumulada de fertilizantes, de la que Brasil actualmente depende en gran medida, y esto está monetizando el gas natural en otros países”.
“Pero también existe la posibilidad de descarbonizar el parque automotor, con el potencial de alcanzar 30 millones de metros cúbicos adicionales de gas natural al día si reemplazamos únicamente el diésel importado”, enumeró Gomes Weydt, el funcionario que lleva adelante el diálogo bilateral con la Argentina.
El director del Departamento de Gas también abordó el desafío del precio y la necesidad de una discusión tarifaria conjunta para que el gas fluya en grandes volúmenes.
Comparó la situación con el desafío que enfrentan en su propio país con el gas del Presal, donde la falta de infraestructura y los elevados costos de la cadena de producción son los principales obstáculos.
“El desafío no es tan diferente del que enfrentamos en Brasil”, sostuvo, sugiriendo que la cooperación podría beneficiar a ambas partes al dotar de resiliencia a las inversiones existentes. Por su parte, el CEO de la consultora AT Gas, Rogério Manso, sostuvo que la importación de gas argentino no es una competencia para el gas local, sino “una adición, un complemento y una gran oportunidad para la región”.
Manso señaló la incertidumbre que enfrentan los productores brasileños sobre la disponibilidad de gas a largo plazo con las reservas de su propio país. “Esto a menudo envía una señal a estos productores: ‘Miren, no puedo comprometerme con una venta de gas más allá de cinco o diez años, porque tengo incertidumbre por delante, pero no cuando tienen acceso a un socio con esta cantidad de reservas'”, en referencia a la Argentina.
El directivo afirmó que existe un mercado claro para los volúmenes de Vaca Muerta, al asegurar que existe un mercado de 15 millones de metros cúbicos de gas por día en Brasil, pero tan solo como punto de partida. En ese sentido, destacó que la demanda no se limita al sur de Brasil, ya que el sector de transporte está trabajando para integrar los mercados.
“En el sector siderúrgico y metalúrgico, existe potencial para 40 millones de metros cúbicos adicionales por día, lo que podría reemplazar al carbón”, agregó, resaltando el apetito de las industrias por el gas.
Manso hizo hincapié en que la confianza es un factor crucial que depende de que ambos países cuenten con estabilidad regulatoria y seguridad jurídica, un aspecto que calificó como “un tema muy importante” para el desarrollo de cualquier proyecto de esta magnitud.
Sin embargo, no todos los directivos mostraron el mismo optimismo. Walter Farioli, de la empresa de transporte de gas TSB, se mostró más escéptico sobre la viabilidad de la integración regional. “La Argentina ahora está hablando de construir plantas compresoras y gasoductos, pero este año, en los meses de frío, le faltó gas para sus usuarios”, criticó.
El ejecutivo cuestionó la firma de contratos a largo plazo en un contexto de inestabilidad regional. Farioli advirtió que la integración con la Argentina no puede limitarse al estado de Río Grande do Sul, cuya demanda es limitada.
“Mi visión sobre la integración es realista”, concluyó, enfatizando que para que el proyecto sea viable, “la integración tiene que lograrse de país a país”. El ejecutivo también cuestionó el modelo de desarrollo incremental de proyectos, señalando que “se está pensando en volúmenes escalables y eso, con contratos a dos décadas y en firme, es muy complicado porque los países de la región son muy inestables”.
Su intervención sirvió como un recordatorio de los desafíos regulatorios y la necesidad de una planificación a gran escala para asegurar el éxito del proyecto. El panel contó con la participación de Leopoldo Macchia, vicepresidente Comercial de Tecpetrol, Daniel Ridelener, CEO de TGN y Carlos Caseres, interventor del Enargas (Ente Regulador del Gas) por parte de la Argentina.