El dólar financiero subió por tercera jornada al hilo y quedó a un paso de su máximo histórico nominal. Sucedió mientras se desplomaron los bonos en dólares y el riesgo país superó los 2.000 puntos, en medio de las dudas de los inversores por la performance de la macroeconomía local y ante la suba en la tasa de los títulos del Tesoro estadounidense a 10 años.
Así, en la bolsa porteña, el CCL-operado con el bono Global 2030- subió (+1%) hasta los $372,57. En tanto, la brecha con el tipo de cambio mayorista se ubicó en el 86,4%.
Por su parte, el dólar MEP– también operado con el bono Global 2030- ascendió (+1,4%) y se ubicó en $364,81. En consecuencia, el spread con el oficial se ubicó en 81,8%.
La suba de los dólares financieros sucedió en sintonía con el desarme de carteras entre inversores quienes, en línea con la tendencia regional, tomaron ganancias de corto plazo. “Se reavivó la preocupación de suba de tasas impactando negativamente en la curva de rendimientos de bonos del Tesoro”, sostuvieron desde Cohen. Esto influyó negativamente en la cotización de la deuda bursátil local en moneda extranjera.
Por su parte, el dólar blue salió del letargo y, al igual que los tipos de cambio bursátiles, subió $2 y cerró en $377 después de dos ruedas sin variaciones, según un relevamiento de Ámbito en cuevas de la Ciudad de Buenos Aires. La brecha con el oficial mayorista, sin embargo, se mantuvo por abajo del 90%.
A su vez, el Banco Central (BCRA) terminó la rueda de este jueves 2 de marzo con compras por u$s4 millones en el mercado de cambios y de esta forma logró adquirir divisas en cinco de las últimas siete jornadas. Sin embargo, el BCRA vendió u$s40 millones en la primera jornada del mes, tras acumular pérdidas por u$s871 millones en febrero.
“Aún con un complejo escenario cambiario por delante, a partir de una proyectada mayor demanda y menor oferta de divisas, los dólares financieros – y libre – prolongan su etapa de relativa calma, alimentada a través de las cotidianas intervenciones, aún cuando reanudar un gradual deslizamiento – al menos cerca del ritmo de la inflación – podría resultar conveniente para evitar incubar riesgos de mayores tensiones financieras durante un año electoral al profundizar encima el atraso“, analizó Gustavo Ber.
Fuente: Ámbito
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