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En el marco del canje de deuda y la adecuación normativa que realizó el Banco Central (BCRA) para atraer a los bancos para que participen de ese proceso, que lanzará el Gobierno este jueves, el regulador financiero dispuso que, desde este 9 de marzo, las entidades financieras podrán integrar los bonos del canje como parte de los encajes. La medida es mirada con preocupación por algunos analistas del mercado. ¿Por qué?

Lo primero que hay que señalar es que lo que la Comunicación “A” 7717 del Central resolvió que la exigencia de efectivo mínimo en pesos -del período y diaria- puede ser realizada con títulos públicos nacionales en pesos adquiridos tanto por suscripción primaria como en el mercado secundario, incluidos los ajustables por el CER y con rendimiento en moneda dual (BONO DUAL).

En tanto, quedan fuera de esta posibilidad aquellos vinculados a la evolución del dólar estadounidense (dollar linked). Y cabe aclarar, asimismo, que la norma establece que se pueden destinar a ese fin los instrumentos de plazo residual superior a 300 días e inferior a 730 días corridos al momento de la suscripción.

Esta medida, según advierte el economista Christian Buteler a Ámbito, es preocupante porque considera que, “de alguna manera, hace más riesgoso al sistema financiero en su conjunto”. ¿Por qué? Según detalla, “un encaje es la parte de los depósitos que los bancos tienen que ‘guardar’ como garantía y ese dinero siempre tiene que ir al BCRA: una posibilidad es ponerlo en un instrumento del Central, como una LELIQ, y otra es hacerlo por medio de un bono del Tesoro (como se habilita a hacer en este caso”.

El problema, según su visión es que estos últimos son instrumentos que tienen mayor riesgo que los del BCRA y presentan mayores fluctuaciones de precio. “Así, puede bajar y, de esa manera, disminuir el valor de esa parte que se guarda como garantía”, indica Buteler.

En igual sentido opina el economista Federico Glustein cuando advierte que “esta medida les dará más flexibilidad en su gestión de liquidez a los bancos”. Es decir que los encajes pasarían a ser más ilíquidos y, por lo tanto, ya empieza a haber menos dinero para reemplazarlo por bonos. Esto, según su visión implica que, cuando haya una fuerte demanda de pesos, habrá menos respaldo para hacerle frente.

En conclusión, se trata de una medida a favor de los bancos que los impulsa a ingresar al canje compulsivamente para ganar dinero con el resto de los fondos que sí pueden movilizar mientras financian al Tesoro.

Esta opción no es la primera vez que se utiliza en la Argentina. De hecho, este Gobierno ya había aplicado este mecanismo hace algún tiempo, pero los economistas advierten que lo preocupante es que, al incrementarse el porcentaje de encajes que está en bonos del Tesoro, por la naturaleza misma de esos instrumentos (comparados con los del BCRA, sobre todo) los hace menos confiables y, de alguna manera, vuelve más riesgoso al sistema financiero en su conjunto.

Fuente: Ámbito

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